miércoles, 9 de mayo de 2012


     Mientras una de sus manos aferraba mi pecho, con la otra recorría el costado de mi cuerpo desde mis muslos hacia mi cadera. Su boca estaba en mi cuello mordisqueandome suavemente todo el recorrido del relieve de mi músculo hacia arriba, hasta llegar al lóbulo de mi oreja la cual comenzó a succionar. La piel de gallina se extendía por todo mi cuerpo y hacía que mis pezones se pusieran duros intentando saltar de mi sujetador, su mano  se apoderó de mi pezón haciéndolo girar entre sus dedos y produciendome una mezcla de dolor y placer  haciendo que mi vagina se pusiera totalmente húmeda. Su boca no descansaba, estaba en el borde inferior de mi nuca mordiendo y lamiendo. Con su mano derecha levantaba mi vestido largo hasta tocarme las nalgas  comenzó a apretarme una luego otra acariciando con la punta de sus dedos el borde inferior de mis nalgas. Me estremecí por las caricias, jadeaba pesadamente, intentaba darme la vuelta para atrapar su boca entre mis labios pero me empujaba  contra la pared manteniendo mis brazos en alto. Me acarició encima de mis braguitas buscando mi sexo empapado, ladeando y acariciando mi clítoris de manera circular mientras mis piernas se aflojaban sin poder seguir de pie. Con un pie empujó para separarme las piernas mientras  ladeaba mis braguitas para penetrarme profundamente con un dedo , mi visión se nublaba, movía mi pelvis intentando que su dedo encontrara los puntos de placer. 

Quería bajar las manos para cogerle la polla, y de manera casi violenta me subía los brazos y los apoyaba en la pared. Sentí la punta de su polla intentando introducirse en mi coño, saqué un poco la cola para darle mas espacio para su maniobra. Me la introdujo lentamente, sentir su grosor  llenaba de lágrimas mis ojos pero empujé para atrás para tenerlo completamente adentro. Se empezó a mover sentía en cada embestida como me dilataba completamente, estaba completamente llena por una polla descomunal que me arrancaba lágrimas en cada embate. Comencé a correrme lentamente, me apoyaba a la pared ofreciendo mi trasero y sus embestidas aumentaban, me seguía corriendo respondía a sus movimientos moviendo hacia atrás y adelante mi pelvis, me mordía los labios y comencé a gritar, me puso una mano en la boca para callarme y mordí su palma mientras me corría, por dios me corría, no podía parar, no terminaba nunca. De pronto sentí un chorro caliente dentro mío y se quedó el tiempo suficiente hasta  perder su erección, luego se retiró. Se dio media vuelta y corriendo cruzó la calle,  recompuse mi aspecto en el estacionamiento y entré en la iglesia justo a tiempo para ver como Baltasar recibía a la novia, mi mejor amiga en el altar.

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