A mis 23 años, heredé de mi abuela un piso en la parte antigua de la
ciudad, estuvo deshabitado por unos
cuantos años, cuando se internó sola en un geriátrico.
Con unos amigos nos pusimos manos a la obra para dejarlo habitable, cosa
que conseguimos en unas semanas
trabajando duramente en nuestras horas libres, pintamos las paredes, cambié
el baño y parte de la cocina, la verdad quedó muy bien y a mi estilo de
estudiante de Arte.
En mi primer noche y vestida sólo
con una camiseta me asomé al balcón para tomar un poco de aire observando, de
manera distraída los pisos que se encontraban al frente, cada cual con su
actividad nocturna, cenando, mirando televisión, leyendo, follan…. Iba pensando en todas las actividades
y de pronto vi una pareja que follaba en el balcón, ella estaba inclinada hacia
adelante y el la penetraba por detrás;
solo se veía algo mas que sus siluetas proyectadas por las luces de la
habitación que tenían por detrás. La tenía cogida de las caderas y moviéndose con
algo de violencia mientras ella se tomaba del balcón con las manos. Esa visión
me excitó, sentí el calor crecer dentro mío y creía escuchar los gemidos de ambos.
Luego él se sentó y ella se puso de horcajadas de frente, mientras se besaban
apasionadamente. Metí mi mano por arriba de mi braguita y comencé a
acariciarme, estaba empapada, llevé el dedo medio de mi mano derecha hacia mi
clítoris y comencé a acariciarme suavemente, miraba la faena que ambos hacían
arriba de una silla ella subiendo y bajando mientras él le agarraba las dos
tetas y se inclinaba para succionarle un pezón. Me introduje un dedo dentro mi
coñito y comencé a penetrarme, tenía la mirada fija en los movimientos de
ambos. Luego ella se dio vuelta y se sentó arriba de su polla movía las caderas
lateralmente y en círculo, en un momento levantó la mirada y me miró – o eso me
pareció- y quedó con la cabeza dirigida
a mí mirando como me masturbaba y aumentando su morbo, ella saltaba arriba de
el. La verdad es que me dedicó su corrida mientras sentía que mis fluidos
salían a caudales de mi interior y
quedaba sentada en el piso intentando recuperarme. Cuando me levanté ya no
estaban y habían corrido la cortina.
A la mañana siguiente mientras me preparaba para salir miré hacia el piso
del frente y estaba corriendo las
cortinas un cincuentón con el cabello entrecano que fijó su mirada en mí y me
saludó con la mano, respondí con un meneo de cabeza y me metí adentro con la
vergüenza de haber sido pillada haciendo algo indebido.
Al volver a las siete de la tarde me apeteció comerme un bocadillo y
tomarme una caña en el bar de la esquina. Estaba sentada en la barra mirando
distraídamente un partido que pasaban en la tele, cuando se levantaron tres mujercitas de 16 o 18 años dos de ellas
tenían una funda de violín en la mano; se despidieron y quedó solo una de ellas,
se sentó al lado mío, no le presté mayor
atención ya que seguía distraída el curso del partido, de pronto me dí cuenta
que me miraba fijamente, la miré y me sonrió con una sonrisa amplia mientras
cogía mi mano y me dijo.
Sentí que la sangre subía a mi cara y la sentía arder, se paró me dio un
beso cerca de la oreja y salió, no me dio tiempo a decirle nada.
Ya en el piso me puse a hacer unos diseños que tenía postergados y miraba la ventana de la sala sin
animarme a salir, sentía el sonido de un cello que tocaba, por momentos el
sonido era mas leve y por momentos aumentaba el volumen. La curiosidad me
venció, me asomé buscando el sitio de la música y venía del piso del frente,
allí con las ventanas abiertas del balcón estaba la muchacha desnuda con el cello entre
las piernas en frente a un atril tocando mientras su profesor le marcaba los compases con la boca en el
cuello.
Volví a lo mío con alguna turbación con la música de fondo hasta que en
un momento noté la ausencia de la música, tenía miedo asomarme y que me vieran
en mi situación de voyeur, pero el solo pensarlo me excitaba. Apagué las luces
y me asomé, allí estaba ella mirando hacia mi balcón mientras el profesor le
tomaba los senos con las manos por detrás mientras tenía su boca en el cuello.
No se si me vio o adivinó que estaba escondida y me hizo señas para que
prendiese la luz y me acercara.
Estaba paralizada, sentía que estaba completamente ruborizada, la cara
me ardía pero me animé prendí la luz y salí. Me saludó con la mano haciéndome
señas de que me sacara la ropa. Me desnudé, el profesor trajo una mecedora en
la que se sentó, ella se arrodilló y comenzó a meterse la polla en la boca, me
miró y me hizo señas que me tocara las tetas.
Deje mis prejuicios de lado, me senté en un sillón de mimbre, calcé mis
piernas en los apoyabrazos y empecé a seguirles en el ritmo, tomé una botella
de cerveza vacía y me la metí en la boca imitando los gestos, ella se dio
vuelta y me hacía señas para que me cruzara al piso, me sentía muy guarra pero
no me atreví, me introduje el pico de la botella en el coño mientras ella se
acomodaba encima levantó las piernas y se las puso a la altura de los
antebrazos, la silla se movía y ella movía la pelvis e impulsaba el movimiento
de vaivén. No pude más y me corrí mordiendo los labios para no soltar ningún
grito, quedé exhausta mientras ellos follaban en la mecedora. Ambos se
corrieron y yo hice el ademán de aplaudirles, se pusieron de pie, se tomaron de
la mano y se inclinaron saludando a su
público, me tiraron un beso y se metieron para adentro.
Al día siguiente, sábado, fui a correr por la rivera del. Y de pronto lo
veo paseando a un perro, era muy apuesto, alto de unos cincuenta y pico, el
cabello entrecano y una barba muy corta, el esperaba que su perro hiciera sus
menesteres y yo me acercaba corriendo, de pronto me vio, inicialmente con
curiosidad hasta que me reconoció, me esperaba con una gran sonrisa y me salió
al paso.
-
Hola!! Me llamo Abel, como estas compartimos
algunos momentos de placer maravillosos, y ahora que te veo, ¡tia estás de puta
madre!.
Estaba turbada no sabía si
detenerme o seguir de largo, pero esa confianza en si mismo me sedujo. Me
detuve.
-
Hola me llamo María, ¡como la pasais de bien
vosotros!
Me detuve y seguimos caminando juntos.
-
Silvia es una alumna de música y una auténtica
guarra, no le importa nada, es exhibicionista le gustan las juergas y apenas
tiene 16 años.
-
Oye no tienes miedo que algún vecino te acuse y
vayas preso.
-
Estoy dentro de mi propiedad si quieren mirar es
cosa de ellos, pero no te hagas problema las mujeres se encargan que las
ventanas estén todas cerradas para que no se asomen los maridos, y sólo me pueden ver desde el piso tuyo y el que
tienes al lado. Silvia no viene el fin
de semana, tengo otras alumnas pero no se comparan con el prodigio que es esta
niña. El lunes te esperamos a tomar algo crúzate que la pasaremos bien. Me cogió de las nalgas y me estampó un beso
en la boca, luego siguió de largo. Seguí corriendo pero las piernas me temblaban. (c0ntinuará)