sábado, 9 de junio de 2012




Montevideo es una pequeña capital sudamericana en la costa del Rio de La Plata  con reminiscencias arquitectónicas de la década del 40 – 50 mezclado con construcciones modernas, gente muy amable con la cual no es difícil entablar una conversación en cualquier lugar y en cualquier momento. Amantes del mate, se los ve caminando con un termo bajo el brazo y el mate con la  “bombilla”  “cebando” “amargos”, tanto los peatones como hasta los conductores de taxis.

Caminaba sin rumbo por la fortaleza del Cerro, desde donde se tiene una hermosa vista del río y de la ciudad, tomaba algunas fotos de la Fortaleza y de la ribera cuando un par de voces  femeninas me llaman y me piden que les tome algunas fotografias. Dos estudiantes de leyes sentadas a horcajadas de un banco con los libros entre ellas y por supuesto el termo y el mate. Me acerqué y luego de intercambiar presentaciones y algunas palabras se dieron cuenta de mi acento y una de ellas me dijo.
-          Gallego si nos sacás unas fotos te convidamos con un mate.
Ya había tenido experiencia con este brebaje en la Argentina y en el Sur de Brasil,  no me disgusta, aunque inicialmente me costó acostumbrarme a ese sabor amargo, ya que  “con azucar sólo lo toman los gringos”.
Estaban en segundo año de la carrera y luego de una larga conversación sobre las realidades políticas de aquí y allende los mares comenzó a oscurecer, me invitaron a comer unas pizzas en la casa de una de ellas donde se reunirían con varios amigos, en una noche de guitarra, “tamboriles” pizza y cerveza.

Amanda me acompañó al hotel, era la mas  charlatana y desenvuelta, deliciosamente alegre, me contó que salía de una relación larga y complicada pero que ya, después de dos años estaba lista para otras relaciones que no le complicaran su vida.  
-          Gallego donde estas parando?
-          En un hotel en la Rambla y Gran Bretaña.
-          No me dejarías darme un baño?, con el calor estoy empapada y si voy hasta mi casa volveré muy tarde.
-          Entramos a la habitación y se metió en el baño, al rato salió envuelta en una toalla y con otra en la cabeza. Le alcancé una cubata
-          Gracias por suerte tengo ropa en el bolso. Gracias por no intentar entrar al baño, sos un caballero.
-          Oye tía  pero si dejaste la puerta abierta, Nome asomo donde no me invitan.
-          Como hacen el amor los españoles? Nunca estuve con ninguno.
-          Me imagino que como lo hacen en todo el mundo no creo que haya mucha diferencia.
-          Sos extraño gallego, mis compañeros ya irían por el segundo polvo.
-          No se trata de números sino de disfrutar lentamente y hasta el fondo, ven aquí y déjame verte.
Dejó caer la toalla al piso, el verla desnuda me quitó el aliento  tenía un cuerpo increíble, en los muslos y la espalda llevaba   tatuajes, un piercing en el ombligo y otro que asomaba con una cadenita de sus labios menores, un culo prominente parado y duro. Le quité la toalla de la cabeza y la acosté boca abajo en la cama, fui hasta el baño donde cogí un frasco de una crema corporal que proveía el hotel. Me puse la crema entre las manos y lentamente fui masajeando su cuello, haciendo movimientos circulares, pasé a los hombros y comenzó a ronronear de placer como una gata, me tome mi tiempo, los masajes pasaron a la  espalda, glúteos muslos, pies. Agarré uno de los pies y le comencé a pasar la lengua por los dedos, me metí el dedo gordo en la boca y comencé a chuparlo. Hice el camino inverso esta vez alternando la mucosa de mis labios con la punta de la lengua, me detuve en la parte posterior de las rodillas, Amanda gruñía de placer, le pasé la lengua debajo de los glúteos, esquivando a propósito su sexo, lamí lentamente ascendiendo por su espalda para mordisquearle la nuca y los lóbulos de las orejas. La dí vuelta su boca buscó la mía desesperada, pero sólo le acaricie con la lengua sus labios  y volví a bajar hasta sus pezones, los cuales succioné suavemente agarrando el pecho con las dos manos, bajé hasta el ombligo al cual hice un giro completo con la punta de la lengua mordiendo suavemente los bordes. Me esperaba con la piernas abiertas pero solo le pase los labios por su clítoris todo duro como un garbanzo y tomé suavemente cada labio entre los míos y seguí de largo.  Se levantó de un salto, de un empujón me tumbó de espaldas, me bajo el cierre y me bajó los pantalones hasta los muslos, lo suficiente para sentarse encima mío buscando con movimientos de su pelvis la punta de la polla para dejarse caer de golpe.
-Yo te voy a enseñar gallego a calentarme de esta manera.
Estaba toda mojada me clavó las uñas en los hombros mientras sentía en mi pelvis el deslizar de sus jugos calientes mientras gruñía y en un movimiento acelerado de sube y baja se corría. Tenía la cara transformada de hembra en celo, los labios colorados los ojos brillosos con una mirada perversa, se mordía la punta de la lengua.
- No creas que esto terminó aquí
Se dio vuelta poniéndome el coñito arriba de mi boca mientras me comía la polla, con los labios por el capullo y luego hasta el fondo.
- Cabrón termina lo que empezaste
Le pasé la lengua por el clítoris  haciendo movimientos circulares, gemía con mi polla en la boca, la tenía cogida por las nalgas duras y voluminosas manejando su posición a voluntad. En un momento se quedó rígida soltó mi polla y gimiendo me orenaba
-          así lameme así gallego, no pares que me voy por dios me voy ooooh.
 No alcanzaba mi lengua para lamer todo el jugo que manaba de su interior, se dejó caer en la cama abrió las piernas y las levantó hasta mis hombros.
-          Cogeme gallego cogeme hasta morir.
Le tome por los tobillos levantando su pelvis mientras la penetraba hasta el fondo moviéndome de manera circular de pronto comencé a gemir mientrassentía que me corría, al sentir mi descarga caliente  me hizo el coro de gritos mientras quedábamos enredados en la cama.
Se quedó conmigo ese fin de semana, luego a los días recibí un mail que me decía te mando un recuerdo de tu fin de semana en Uruguay.