viernes, 17 de febrero de 2012


Nunca fui partidario de pagar por el sexo, lo cual significaba, muchas veces para mis amigos significaba que me convertía en un aguafiestas en nuestras salidas, y las veces que concurríamos a un puticlub prefería quedarme conversando con alguna de las chicas y tomando un trago. Y confieso que las veces que lo hice, aunque no quiero que suene  a excusa, tenía unas cuantas copas de más y hasta pasé papelones por mi condición lamentable.

Luego de un largo vuelo, comenzaban mis vacaciones,  me quedé en Bangkok ya que debía encontrarme con una amiga italiana y antropóloga que me iba a servir de guía para conocer el país, ella llegaba en dos días así que tenía ese tiempo para recorrer sólo la ciudad.
Fui a Jatujak Market,  un mercado donde uno puede perderse un día entero recorriendo y comprando lo que  os podáis imaginar  que  puede existir para comprar. Una zona de puestos de comida donde el aroma de las especias hace que caminar por ahí sea una especie de sinfonía para los sentidos, la comida  es deliciosa, para los que gustan, como yo del picante. Me movilizaba en el metro, ya que conocí pocas ciudades donde el tránsito sea tan desesperante (México DF y Sao Paulo incluido), de ahí fui  a ver el buda reclinado de casi 50 metros y todo tapizado en panes de oro, y luego al ir caminando hacia el Palacio Real que es otra de las atracciones turísticas me topé con una casa de masajes tailandesa, con el cansancio que tenía encima, y el calor, pensé que no me vendría nada mal un famoso masaje. Estar en Tailandia y no comer las comidas regionales y no darse un masaje es inaceptable.  Las casas de masajes, y esto yo lo desconocía tienen el masaje tradicional que es con una mujer que os baña, os enjabona y os llena de aceites aromáticos con un masaje generalizado. En otro piso el servicio es igual con una chica desnuda que os enjabona y os masajea cuerpo a cuerpo y en otro piso lo mismo con dos chicas. Mi morbo me llevó a elegir este último.
Me ingresaron a un vestuario donde dejé mi ropa y todos mis objetos personales y con una túnica corta puesta luego de elegir por  número fui escoltado por dos chicas de edad indeterminada, juraron ser mayores de 18, que me escoltaron hasta el tercer piso. Me introdujeron desnudo en un tonel circular de dos metros de diámetro con aceites  aromáticos, yo sentado al centro y comenzaron a masajearme pecho y espalda, brazos, pies y piernas, siempre en forma simétrica, luego me hicieron  levantar y recostar en una colchoneta, ahí comenzaron a  enjabonarme, primero con las manos y luego la mas menudita se acostó encima mío y con su cuerpo  siguió enjabonando produciendo una espuma densa, al mismo tiempo con los movimientos ondulantes de su cuerpo me masajeaba aplicando distintas formas de presión en la espalda. Me dieron vuelta  y la otra chica de unos ojos color caramelo se ocupó de la parte anterior. No tengo que deciros el estado que me encontraba, pero hasta ahí no hacían nada para acercarse ni tomar mi polla, luego de unos 20 minutos me sentaron y me volcaron agua muy tibia con unos cuencos de bambú  al tiempo que me enjuagaban. Luego me llevaron a otra habitación, me acostaron y embadurnaron  con aceites esenciales; iniciaron con las manos y luego con el cuerpo, en un momento sentía el sexo resbaloso por el aceite de la de ojos color caramelo  que me pasaba por la espalda y cintura, y en otro momento por el frente, cuando quería sujetar a una se deslizaba de mis manos de lo resbaladizas que estaban. Ojos de caramelo tomó mi polla con la mano, con la otra vació un poco de aceite en la punta y comenzó a imprimirle un movimiento de vaivén, la otra se puso en el otro costado, y me pasó las manos por los testículos sujetándolos suavemente y con un movimiento rotatorio. Me pusieron de costado y me abrazaban una por detrás y otra por delante reptando por mi cuerpo, no había músculo que no fuera tocado, comprimido y apretado, en distintas intensidades, en un momento nos encontramos compartiendo un abrazo  y ellas interactuaban  entre sí comiéndose las bocas y acariciándose con las manos llenas de aceite por sus cuerpos, me tomaron las manos llevándolas a sus  pechos y luego  hacia sus sexos, mientras que una mano de cada una de ellas entrelazadas se ocupaban de que mi polla en ningún momento perdiera la erección, luego la pequeña introdujo  mi polla en su boca, ocupándose sólo del capullo me colocó de manera muy hábil un condón, desenrollándolo con los dientes mientras descendía hasta tener los labios en el tronco, un pequeño sobresalto de ella me hizo abrir los ojos para ver que  la otra le comía el coñito por detrás, jugando con sus dedos en su interior, luego cambiaron de posición repitiendo la imagen, cuando me estaba por correr, seguramente lo notaron por mis quejidos y el aumento de mis movimientos, dejaron de ocuparse de mí para comerse entre ellas en un  69. Me levanté y desde atrás  penetré a la menudita, mientras ambas mantenían en la misma posición. La que estaba abajo, lamía por momentos la unión de nuestros sexos y por momentos me pasaba la lengua entre los dos testículos, luego retiraba mi polla del coño de su amiga y me la comía, y volvía a introducirla mientras nuestros movimientos aumentaban. Con unos gritos casi de gato en celo se corrió la chiquita y enseguida se levantó para  coger  las nalgas de su compañera y llevarlas por arriba de su cabeza, y ahí estaba yo en una posición increíble, de rodillas ante una mujer con las piernas totalmente separadas y cogida por detrás de las rodillas por su amiga que la aproximaba a mí. Le introduje mi polla al tiempo que se ocupaba con su lengua del coño de su amiga  mientras me la follaba, de pronto sentí una mano que a modo de anillo tomaba mis testículos y aplicando un juego de presiones y con un movimiento arriba y abajo hizo que me corriera y me corriera y siguiera corriéndome en una cresta de placer “in crescendo” en tiempo y en volumen de la corrida. Quedamos tendidos y mientras una me retiraba suavemente el condón, me secaba y me pasaba un lienzo humedecido con aceites la otra me ponía lentamente boca abajo comenzando nuevamente los masajes, con los codos, talones manos…. Desperté a las dos horas, me levantaron me llevaron a un taburete donde me volvieron a lavar para sacarme el aceite, y colocándome la túnica me llevaron al piso de abajo donde con sonrisas y reverencias me despidieron. Salí a la calle con la sensación de que lo que me había pasado no tenía relación alguna con nada de lo que, hasta ese momento había vivido. La sensación de orgasmo generalizado del cuerpo y la mente fue increíble, caminaba y parecía que estaba flotando. Llegue al hotel y la recepcionista al verme  con una sonrisa me pregunto si venía de hacerme masajes, le pregunté si era tan evidente por como me encontraba, y me respondió que el aroma de los aceites esenciales se sintió desde que traspuse la puerta.
Debo volver algún día a Bangkok.