Nunca fui partidario de pagar por el sexo, lo cual significaba, muchas
veces para mis amigos significaba que me convertía en un aguafiestas en
nuestras salidas, y las veces que concurríamos a un puticlub prefería quedarme
conversando con alguna de las chicas y tomando un trago. Y confieso que las
veces que lo hice, aunque no quiero que suene
a excusa, tenía unas cuantas copas de más y hasta pasé papelones por mi
condición lamentable.
Luego de un largo vuelo, comenzaban mis vacaciones, me quedé en Bangkok ya que debía encontrarme
con una amiga italiana y antropóloga que me iba a servir de guía para conocer
el país, ella llegaba en dos días así que tenía ese tiempo para recorrer sólo
la ciudad.
Fui a Jatujak Market, un mercado donde uno puede perderse un día
entero recorriendo y comprando lo que os
podáis imaginar que puede existir para comprar. Una zona de
puestos de comida donde el aroma de las especias hace que caminar por ahí sea
una especie de sinfonía para los sentidos, la comida es deliciosa, para los que gustan, como yo
del picante. Me movilizaba en el metro, ya que conocí pocas ciudades donde el
tránsito sea tan desesperante (México DF y Sao Paulo incluido), de ahí fui a ver el buda reclinado de casi 50 metros y todo tapizado
en panes de oro, y luego al ir caminando hacia el Palacio Real que es otra de
las atracciones turísticas me topé con una casa de masajes tailandesa, con el
cansancio que tenía encima, y el calor, pensé que no me vendría nada mal un
famoso masaje. Estar en Tailandia y no comer las comidas regionales y no darse
un masaje es inaceptable. Las casas de
masajes, y esto yo lo desconocía tienen el masaje tradicional que es con una
mujer que os baña, os enjabona y os llena de aceites aromáticos con un masaje
generalizado. En otro piso el servicio es igual con una chica desnuda que os
enjabona y os masajea cuerpo a cuerpo y en otro piso lo mismo con dos chicas.
Mi morbo me llevó a elegir este último.
Me ingresaron a un vestuario
donde dejé mi ropa y todos mis objetos personales y con una túnica corta puesta
luego de elegir por número fui escoltado
por dos chicas de edad indeterminada, juraron ser mayores de 18, que me escoltaron
hasta el tercer piso. Me introdujeron desnudo en un tonel circular de dos
metros de diámetro con aceites aromáticos,
yo sentado al centro y comenzaron a masajearme pecho y espalda, brazos, pies y
piernas, siempre en forma simétrica, luego me hicieron levantar y recostar en una colchoneta, ahí
comenzaron a enjabonarme, primero con las
manos y luego la mas menudita se acostó encima mío y con su cuerpo siguió enjabonando produciendo una espuma
densa, al mismo tiempo con los movimientos ondulantes de su cuerpo me masajeaba
aplicando distintas formas de presión en la espalda. Me dieron vuelta y la otra chica de unos ojos color caramelo
se ocupó de la parte anterior. No tengo que deciros el estado que me
encontraba, pero hasta ahí no hacían nada para acercarse ni tomar mi polla,
luego de unos 20 minutos me sentaron y me volcaron agua muy tibia con unos
cuencos de bambú al tiempo que me
enjuagaban. Luego me llevaron a otra habitación, me acostaron y
embadurnaron con aceites esenciales;
iniciaron con las manos y luego con el cuerpo, en un momento sentía el sexo resbaloso
por el aceite de la de ojos color caramelo
que me pasaba por la espalda y cintura, y en otro momento por el frente,
cuando quería sujetar a una se deslizaba de mis manos de lo resbaladizas que
estaban. Ojos de caramelo tomó mi polla con la mano, con la otra vació un poco
de aceite en la punta y comenzó a imprimirle un movimiento de vaivén, la otra
se puso en el otro costado, y me pasó las manos por los testículos sujetándolos
suavemente y con un movimiento rotatorio. Me pusieron de costado y me abrazaban
una por detrás y otra por delante reptando por mi cuerpo, no había músculo que
no fuera tocado, comprimido y apretado, en distintas intensidades, en un
momento nos encontramos compartiendo un abrazo y ellas interactuaban entre sí comiéndose las bocas y acariciándose
con las manos llenas de aceite por sus cuerpos, me tomaron las manos
llevándolas a sus pechos y luego hacia sus sexos, mientras que una mano de cada
una de ellas entrelazadas se ocupaban de que mi polla en ningún momento
perdiera la erección, luego la pequeña introdujo mi polla en su boca, ocupándose sólo del
capullo me colocó de manera muy hábil un condón, desenrollándolo con los
dientes mientras descendía hasta tener los labios en el tronco, un pequeño
sobresalto de ella me hizo abrir los ojos para ver que la otra le comía el coñito por detrás, jugando
con sus dedos en su interior, luego cambiaron de posición repitiendo la imagen,
cuando me estaba por correr, seguramente lo notaron por mis quejidos y el aumento
de mis movimientos, dejaron de ocuparse de mí para comerse entre ellas en un 69. Me levanté y desde atrás penetré a la menudita, mientras ambas
mantenían en la misma posición. La que estaba abajo, lamía por momentos la
unión de nuestros sexos y por momentos me pasaba la lengua entre los dos
testículos, luego retiraba mi polla del coño de su amiga y me la comía, y
volvía a introducirla mientras nuestros movimientos aumentaban. Con unos gritos
casi de gato en celo se corrió la chiquita y enseguida se levantó para coger las nalgas de su compañera y llevarlas por
arriba de su cabeza, y ahí estaba yo en una posición increíble, de rodillas
ante una mujer con las piernas totalmente separadas y cogida por detrás de las
rodillas por su amiga que la aproximaba a mí. Le introduje mi polla al tiempo
que se ocupaba con su lengua del coño de su amiga mientras me la follaba, de pronto sentí una
mano que a modo de anillo tomaba mis testículos y aplicando un juego de
presiones y con un movimiento arriba y abajo hizo que me corriera y me corriera
y siguiera corriéndome en una cresta de placer “in crescendo” en tiempo y en volumen
de la corrida. Quedamos tendidos y mientras una me retiraba suavemente el condón,
me secaba y me pasaba un lienzo humedecido con aceites la otra me ponía
lentamente boca abajo comenzando nuevamente los masajes, con los codos, talones
manos…. Desperté a las dos horas, me levantaron me llevaron a un taburete donde
me volvieron a lavar para sacarme el aceite, y colocándome la túnica me
llevaron al piso de abajo donde con sonrisas y reverencias me despidieron. Salí
a la calle con la sensación de que lo que me había pasado no tenía relación
alguna con nada de lo que, hasta ese momento había vivido. La sensación de
orgasmo generalizado del cuerpo y la mente fue increíble, caminaba y parecía
que estaba flotando. Llegue al hotel y la recepcionista al verme con una sonrisa me pregunto si venía de
hacerme masajes, le pregunté si era tan evidente por como me encontraba, y me
respondió que el aroma de los aceites esenciales se sintió desde que traspuse
la puerta.
Debo volver algún día a
Bangkok.