lunes, 2 de abril de 2012


La primera vez (y no por eso la última)

No había pasado de ahí, algunas tímidamente insinuaron el pulpejo, pero el macho cabrío acomplejado no dejó nunca que fueran de ese límite. Otra mas  audaz en los últimos movimientos orgonales introdujo un dedo. Hubo un acto de rebelión y reprimendas por ese asalto a traición. Pero nunca quise reconocer, hasta ahora, que ese pequeño contacto literalmente me hizo explotar del gusto.

Liliana era mayor que yo, Venezolana, un divorcio y una viudez sobre los hombros, hicieron que a sus 38 años y sin hijos se dedicara a vivir intentando reponer los años perdidos.
La conocí en un viaje a Suecia, la tormenta de nieve había retrasado indefinidamente el vuelo hasta cancelarlo, no había taxis disponibles  así que luego de abordar un tren expreso hacia el centro de Estocolmo, se sentó a mi lado y rápidamente entabló conversación, el idioma nos aisló del resto, y con el  aire de intimidad que te da el hablar tu idioma ante los que no entiende hizo que en esos 30 minutos de viaje me confesara  su vida. Bajamos y se alojó en el mismo hotel y quedamos para cenar en el restaurante en un par de horas..
Luego de tomar la habitación, reportarme al comandante de vuelo, darme una  ducha y cambiarme ya estaba presto a bajar al comedor. Apareció con un vestido ceñido al cuerpo color café y mientras tomábamos unos tragos decidió que debíamos cenar en su habitación, ya que había un grupo de alemanes que vociferaban al lado nuestro.
 A los minutos ya estábamos revolcándonos arriba de la alfombra, no dejé que se quitara el vestido lo enrollé lentamente por las piernas a la vez que con los dientes tiraba el tanga para abajo, y me dedicaba a comerle el coñito. Con la lengua le pasé  las letras del alfabeto  por su clítoris. Creo que no llegué ni a la jota ya que se corrió levantando la pelvis mientras le tomaba de las nalgas.
 La dí vuelta y apoyando su cabezá en el sofá la penetré por atrás, tirando de la tela del vestido para lograr mejores embestidas, tenía un hermoso culo y la visión de mi polla entrando y saliendo me enardecía, me mojé el dedo pulgar y lentamente le introduje en su ano mientras estallaba en una sucesión de espasmos breves y múltiples. Se dio vuelta y me montó moviéndose a una velocidad increíble hasta que nos corrimos juntos. Se quedó arriba mío mientras intentábamos recuperar el resuello, con mi polla dentro suyo mientras lentamente iba perdiendo la erección.
- La cena está lista
- ¡Déjela afuera por favor!
Se levantó se puso el albornoz del hotel y metió la bandeja de comida en un carrito, la decoración de la mesa era impecable rematada por un candelabro con tres velas. Escanció el vino y sirvió la comida. Nos dábamos de comer en la boca y con la boca, pasando el vino de una boca a otra.  De pronto luego de ponerse un hielo en la boca comenzó a pasarme la lengua hacia abajo hasta tomar mi polla con la boca y jugar con el hielo alrededor del capullo, luego se metió los testículos en la boca al tiempo que me pajeaba y chupaba suavemente y siguió bajando lamiéndome el culo e insinuando su lengua dentro del esfínter. Intenté detenerla, pero la sensación era increíble y me dejé llevar, con la lengua sentía que me dilataba e introducía primero la lengua y luego un dedo, después fueron dos y tres. Se incorporó y agarró una de las velas se introdujo en el coño, luego lentamente sacó los dedos e introdujo la vela  y comenzó a penetrarme metiendo y sacando mientras un aullido salía de mi garganta y le inundaba de semen la boca que prestamente la engullía…

Hubo otras  veces con otras mujeres, pero jamás con la habilidad y destreza de Liliana.