viernes, 25 de noviembre de 2011



Hacía poco que había dejado la línea aérea donde había trabajado desde mis 20 años, pero como las drogas, esto no se puede dejar; quizás por el grado de locura que tenemos.
Por intermedio de un amigo me contacté con un empresario brasileño, para ser piloto de un espléndido Citation Sovereign, una especie de Rolls Royce del aire. Un contrato de casi dos años, vivía en una cabaña al lado de la piscina de la residencia con una vista a la Bahía de Guanabara del maravilloso Rio de Janeiro. Volaba a distintas ciudades de Brasil  de acuerdo a la agenda recargada de este hombre.
Los puentes la dedicaba a la familia o bien hacían viajes de placer a lugares turísticos dentro y fuera de Brasil. Tenía como copiloto un norteamericano, de 26 años al cual tenía que entrenar, totalmente puritano y antisocial que solo estaba presente durante los vuelos para luego desaparecer en su Hotel en Leblón. Lo que se dice un completo  gilipollas para ponerlo de patrón oro. Eficiente en lo suyo y con mucha experiencia en vuelo, por lo que nunca entendí porque no era él el comandante de la nave.
El empresario tenía una hija de 26 años que estudiaba en Campinas (Sao Paulo) así que cada tanto debiamos ir a buscarla para pasar unos días con su familia.  Lara era divertida, una curiosa mezcla de Angelina Jolie con Paz Vega, con ritmo carioca en la sangre, una mujer maravillosa, que destilaba sexo por los cuatro costados. Hicimos migas enseguida y nos quedabamos horas al borde de la piscina conversando acerca de la historia de Europa, su idea era ir a recorrer el continente luego de recibirse de abogada. A la madre no le gustaba demasiado la idea de vernos demasiado juntos así que la llamaba todas las veces que la veía conmigo, que por supuesto le llevaba 20 años.
Una semana santa a la familia le apeteció  ir al nordeste a Fortaleza, asi que allá volamos a mediodía. Lara  por un examen no podía salir sino hasta la tarde por lo cual debía ir a buscarla a Sao Paulo. Es decir que iba a volar medio Brasil tres veces durante ese día y con una meteorología en el límite en la zona centro. Aterricé con una tormenta  que nos mantuvo 40 minutos dando vueltas en el aire.
Por lo tanto esa noche no podíamos volver.  Lara estaba en el aeropuerto esperándonos y nos llevó a un Hotel para pasar la noche, al despedirnos de Steven, me dice “te voy a hacer conocer la noche de Sao Paulo”.
- Lara tenemos que levantarnos temprano, debemos salir a las seis  para llegar  a Fortaleza temprano
-No te hagas problema que yo hablo con mi padre.
Fuimos primero a cenar y terminamos en un bar del Jardim Paulista, un antro donde todo estaba permitido, hetero, gays, y travestis convivían en un ambiente de libertad y promiscuidad. Todo repleto de gente No habia lugar salvo en una barra lateral, debajo del nivel de la calle donde había un solo asiento. – siéntate tú. Me empujó para luego sentarse a horcajadas a pesar de la minifalda que en esa posición no escondía nada. Nos empezamos a comer las bocas con desesperación, se frotaba contra la tela de mis pantalones que no disimulaba, para nada mi erección. De pronto siento una mano que se introduce entre nosotros poniendo la palma y los dedos en mi polla y el dorso apoyado al coño de Lara; aparté la cabeza para ver de que se trataba, era una mujer rubia, con un cuerpo terrible que nos sonreía mientras sujetaba firmemente mi polla,  y besaba profundamente primero a Lara y luego a mí. Por detrás de Paola otra mujer, una mulata, que tenía la mano sobandola por detrás. Los besos iban y venian desde todos los lugares. No te hagas problema son mis amigas jugarán un poco con nosotros, les encanta. Estaba teriblemente cachondo, por encima de la tela de mi pantalón la rubia movía los dedos frotando por arriba y por debajo con una habilidad increíble, frotaba el glande en forma semicircular de un lado para otro, mientras que sus nudillos frotaban el coño de Lara la cual acomodó sus caderas para que  su clítoris  que reciba el roce. La otra la tenía calzada deslizando su dedo medio por el costado de las bragas metiendo y sacando de su vagina, era una paja increíble mientras nos sorbiamos las lenguas entre los cuatro. De pronto el cuerpo de ella se puso tenso mientras sin separarse de mi boca soplaba al tiempo que se corría como una guarra en el medio del bar, yo estaba a estallar, pero no podía hacerlo, el correrme en seco iba a traerme consecuencias desastrosas. Así que detuve la mano de la rubia,y ambas nos dieron sendos besos de despedida. Cuando miré alrededor, unas cuantas personas nos hicieron  un círculo y mientras unos se acariciaban abiertamente no faltaba otro que se meneaba la polla.
Bueno vámonos a tu hotel, me dijo. Eran las 4 de la mañana. Al subir por el ascensor detuvo la marcha a la mitad mientras se quitaba las bragas totalmente mojadas e inclinándose para adelante me sujetaba la polla para clavarse en el fondo moviéndose con un movimiento salvaje como si bailara samba. El ascensor se movió hacia arriba mientras rápidamente tratábamos de ponernos en condiciones, algo además difícil en un ascensor que parecía una cápsula transparente. De pronto se detuvo en un piso donde ingresaron 4 japoneses borrachos. El sexo se olía en el aire así que parloteaban, nos miraban y se reían. Al bajar en nuestro piso Paola le dio en la mano sus braguitas a uno de los japoneses que lo olió profundamente mientras el resto festejaba. E intentaban seguirnos, por lo cual nos metimos rápidamente en la habitación y sin desvestirnos  ahí de parados contra la puerta follamos hasta caer al piso.
El sexo fue desenfrenado. Esa noche la boca de Lara obró milagros cuando yo pensaba que no podía mas. Luego, mientras estábamos relajados y a punto de dormirnos entrelazados, le digo: - jamás me pajearon de esa manera tu amiga es una experta.
Ya lo creo Claudia  y Cloe son travestis.


lunes, 21 de noviembre de 2011


Irene discutía con nosotros: “os digo que es fácil darse cuenta cual es la boca de un tío y cual de una mujer. La mujer es mas suave, en el contacto y la presión, y claro que puedo diferenciar uno de otro, aún con los ojos vendados…”
Habíamos salido de copas con María, y en el bar nos encontramos con Irene, una ponteverdina con una cabellera roja llena de bucles, alta, muy blanca y pecosa. Estrenaba tetas  desde la última vez que la vi, y era conocida en el ambiente por el culo que portaba. Se había peleado con el guarro que la acompañaba y terminó en el bar donde siempre podía encontrar alguien conocido. Luego de unos cuantos tragos nos invitó a beber un vodka negro Eristoff “de puta madre” que le habían traído de Ucrania, y allí fuimos hasta un ático del Carrer del Comte d’Urgell.
Por supuesto que nuestra conversación fue, cuando no, de sexo. Irene se decía bisexual, María no, pero de vez en cuando le apetecía estar con una mujer, aunque prefería “la punta de una polla al frote de un coño”.
En un momento le  vendamos los ojos y le atamos las manos en los barrotes de su cama de bronce. Le abrimos los botones de la blusa, y saltaron un par de tetas tan bien hechas que no se notaban las cicatrices. María me agarró de la mano alejándome de la cama y dio las instrucciones: usa solo la parte interna de los labios y la punta de la lengua, sin presión, no chupes los pezones, primero tú, luego yo y después los dos.
Y ahí empezamos uno y otra, un toque en los labios, otro en los lóbulos de las orejas, el cuello, los pezones. Me están matando, decía, y tiraba nuestros  nombres al azar, equivocándose la mayor parte. Luego juntamos las dos bocas para pasear por su cuerpo, a esta altura se retorcía como una anguila y nosotros nos habíamos puesto como una moto. Le bajamos el pantalón y las braguitas y comenzamos por los muslos subiendo y bajando, mordisqueamos las ingles.
Basta basta, pedía a gritos, o parais o me follais no tolero mas. María puso la boca en su coño y se lo comió. Irene aullaba moviendo la pelvis mientras se corría. Mi boca ocupó el lugar de María y comencé a comerle el coño mientras decía sigue sigue, así, Pero cuando me lo comía María me gustaba mas. La guarra supo quién era el dueño de cada boca que se ocupó de su coño.
Fue una maratón de sexo de un fin de semana, nunca pude imaginar el sexo como una coda, era terminar para comenzar en un nivel superior de sensualidad, el yacer con la suavidad de sus  cuerpos que me rodeaban y se entrelazaban fue  uno de los mejores placeres que viví.