lunes, 21 de noviembre de 2011


Irene discutía con nosotros: “os digo que es fácil darse cuenta cual es la boca de un tío y cual de una mujer. La mujer es mas suave, en el contacto y la presión, y claro que puedo diferenciar uno de otro, aún con los ojos vendados…”
Habíamos salido de copas con María, y en el bar nos encontramos con Irene, una ponteverdina con una cabellera roja llena de bucles, alta, muy blanca y pecosa. Estrenaba tetas  desde la última vez que la vi, y era conocida en el ambiente por el culo que portaba. Se había peleado con el guarro que la acompañaba y terminó en el bar donde siempre podía encontrar alguien conocido. Luego de unos cuantos tragos nos invitó a beber un vodka negro Eristoff “de puta madre” que le habían traído de Ucrania, y allí fuimos hasta un ático del Carrer del Comte d’Urgell.
Por supuesto que nuestra conversación fue, cuando no, de sexo. Irene se decía bisexual, María no, pero de vez en cuando le apetecía estar con una mujer, aunque prefería “la punta de una polla al frote de un coño”.
En un momento le  vendamos los ojos y le atamos las manos en los barrotes de su cama de bronce. Le abrimos los botones de la blusa, y saltaron un par de tetas tan bien hechas que no se notaban las cicatrices. María me agarró de la mano alejándome de la cama y dio las instrucciones: usa solo la parte interna de los labios y la punta de la lengua, sin presión, no chupes los pezones, primero tú, luego yo y después los dos.
Y ahí empezamos uno y otra, un toque en los labios, otro en los lóbulos de las orejas, el cuello, los pezones. Me están matando, decía, y tiraba nuestros  nombres al azar, equivocándose la mayor parte. Luego juntamos las dos bocas para pasear por su cuerpo, a esta altura se retorcía como una anguila y nosotros nos habíamos puesto como una moto. Le bajamos el pantalón y las braguitas y comenzamos por los muslos subiendo y bajando, mordisqueamos las ingles.
Basta basta, pedía a gritos, o parais o me follais no tolero mas. María puso la boca en su coño y se lo comió. Irene aullaba moviendo la pelvis mientras se corría. Mi boca ocupó el lugar de María y comencé a comerle el coño mientras decía sigue sigue, así, Pero cuando me lo comía María me gustaba mas. La guarra supo quién era el dueño de cada boca que se ocupó de su coño.
Fue una maratón de sexo de un fin de semana, nunca pude imaginar el sexo como una coda, era terminar para comenzar en un nivel superior de sensualidad, el yacer con la suavidad de sus  cuerpos que me rodeaban y se entrelazaban fue  uno de los mejores placeres que viví.

5 comentarios:

  1. Nunca hice un trío. Es una de mis fantasías. La verdad es que no encontré la pareja que me flipe para hacerlo

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  2. Buen relato, tengo dos experiencias parecidas con dos mujeres y con dos hombres ambas con mi marido.

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  3. ummm...me gusta esa Irene...bien relatado (doy fe...)

    bssssss

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  4. Gracias espero leer en tu blog tus experiencias
    Bssss

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  5. si...bienvenido....compartámoslas (y disfutémoslas...)
    mucho que aportarnos...no crees?

    bsssss

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