En realidad no lo sospecharon nunca. Eran dos parejas muy amigas desde
la universidad, conocieron juntos a las que serían luego sus mujeres, fueron
los padrinos de sus primeros hijos, se mudaron al mismo barrio para estar
cerca, y para completar las similitudes tenían cada cual una excelente relación
de pareja. Y se complementaban en esa relación de amistad que muchas veces
estaba por delante que las propias familias.
Fue la llamada de Inés la que puso en guardia a Carlos.
-
Tengo que hablar contigo, puedes hacerte un
tiempo a la hora de almuerzo.
-
Si claro nos vemos en el chino que esta frente
al Clinic, mira que recién puedo salir a eso de las cuatro.
Estaba con anteojos negros, señal que había estado llorando.
-
Que te pasó mujer, estás terrible.
-
Mario dejo encendido el ordenador y… quiero que
lo veas tu mismo.
Sacó unas cuantas hojas impresas de varios chats entre Mario y Lola, su mujer.
Eran completamente eróticas, relatos de momentos vividos, encuentros
sexuales, fantasías que deberían de cumplir en las próximas citas…
-
Y eso no es todo lo seguí en una supuesta salida
con los compañeros del trabajo y se encontró con tu mujer en un café, todo eran
chanzas, risas y en un momento se levantaron y se fueron en el coche de Mario.
No les pude seguir porque
mi auto estaba estacionado a dos cuadras.
Se quedó helado, a medida que leía se incrementaba el nudo en el
estómago, una sensación de desasosiego se apoderó de él, no podía entender, la
relación con Lola era excelente, estaban pasando uno de los mejores momentos,
el sexo era fantástico, habían recuperado ese sexo salvaje un tanto enfriado
luego del nacimiento de los niños. Se sentía muy mal. Inés lloraba en silencio.
-
No lo puedo entender por mas que le doy vueltas,
nos traicionaron, por dios que guarrada, ¿por que?, si no tenemos ningún
problema, estamos muy bien.
Por más que quería consolarla no le salían las palabras, tenía la boca
seca y pastosa, había perdido el apetito, se sentía físicamente muy mal, le
parecía que en cualquier momento se iba a desmayar.
-
Carlos me siento muy mal me falta el aire, no
puedo respirar me duele mucho el pecho.
Pagó la cuenta, la abrazó y cruzando la calle la llevó al Clinic,
subieron hasta la puerta donde estaba su consultorio. La recostó en la camilla,
entró una de las enfermeras. Silvia por favor tómale la presión arterial, le
voy a hacer un electrocardiograma. Buscó
una pastilla y le dio a tomar con un poco de agua.
-
¿Que me das Carlos?
-
Es un sedante suave, es bromazepam no te
dormirá. Tengo que descubrirte el pecho para hacerte el electrocardiograma.
-
Tiene 150 de sistólica y 90 de diastólica
doctor.
-
Gracias Silvia, sólo una crisis nerviosa, deja
que me ocupo yo.
-
¿Qué hacemos Carlos? ¿Qué hago dios mío? Como
mirarlo a los ojos sin tener ganas de clavarle un cuchillo en el pecho.
-
Mira Inés, estoy paralizado, no se que decirte
ni que hacer, lo principal es no tomar una decisión en situaciones de
crisis y tomarse un tiempo, creo que debemos seguirles la corriente y ver hasta
donde llevan esta situación. No creo que puedan manejarlo por mucho más tiempo,
yo también estoy hecho mierda. Pero debemos ser cautos.
Inés se incorporó y la visión de sus pechos descubiertos produjo un
dolor en la ingle de Carlos, el odio contenido,
la sola idea de su mujer en los brazos de Mario lo llenaba de
sentimientos encontrados, quería poseer con furia a Inés, como si fuera una
venganza contra su marido.
Inés vio ese brillo en sus ojos, cogió las manos de Carlos y las llevó a
su pecho y juntaron sus bocas intentando calmar sus sentimientos encontrados,
buscando olvidar y apagar el sufrimiento propio, sumergiéndose en el cuerpo del
otro. No precisaron desnudarse, se buscaron con ansias sus sexos, en sus besos
desesperados sentían el sabor salobre de sus lágrimas mezcladas. Sentada en la
camilla la penetró, ambos estaban demasiado excitados para los preliminares,
pese a todo Inés estaba mojada, la penetró hasta el fondo, sus talones estaban
en el borde de la camilla, levantando su pélvis yendo al encuentro del sexo
erguido y duro de Carlos sus movimientos eran casi violentos, buscando cada uno
su placer lastimando al otro, intentando con ese contacto humillar a sus
propias parejas. La cogió de las nalgas para atraerla, mientras ella le mordía el hombro para evitar ese grito que
tenía en el fondo de la garganta y que salía confundido en un mar de lágrimas.
Y el descargó un chorro de semen en el fondo de su vagina….quedaron abrazados y
sollozando.
-
Por dios,
no se lo que nos pasó pero me quitó mucho de la angustia.
-
Inés, creo que ambos necesitábamos esta
descarga, ya se que es difícil de entender.
Se recompusieron, sonó el teléfono. Doctor, le llamó su esposa, que se
comunique a su móvil.
-
Hola Lola, ¿llamaste?
-
Si esta noche nos reunimos en el restaurante de
siempre, Mario y yo tenemos algo que comunicarles, no la encontramos a Inés.
-Me parece que quieren blanquear su relación Inés, nos citan para cenar.
Entraron juntos, de la mano como para demostrar que ellos también
estaban juntos.
-
Hola, ¿os habéis encontrado en el camino? ¿Les
digo yo o tú Carlos?
-
Deja que yo les de la noticia. Lola y yo
participamos de un concurso de cuentos eróticos y se nos ocurrió un relato a
partir de lo que se pueden decir un par de amantes por el chat. ¿Adivinen
quienes son los ganadores de 5000 €?
que terrible rollo
ResponderEliminardurísimo tio!!! buen relato.
ResponderEliminarSi el polvo en la camilla fue bueno...¡que les quiten lo bailao!
ResponderEliminarQue la cabeza te queda explotada, mi dios.
ResponderEliminarJajajajaja, lo siento, pero no puedo parar de reir....Muy bueno querido.
ResponderEliminares tragicómico
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