jueves, 26 de enero de 2012

Pilar

Pilar era la cuarta hija mujer de un matrimonio que siempre vivió en la vieja aldea de los abuelos, las hijas al ir creciendo fueron emigrando a las ciudades más grandes y con más posibilidades. Pilar se fue a Bilbao a trabajar en la casa de una prima de la madre que tenía un taller de costura, que confeccionaba para marcas importantes.
Al poco tiempo comenzó a estudiar diseño con la idea de establecer su propio negocio. Era introvertida,  pelirroja muy tímida siempre metida en lo suyo, sin amigos ni vida social. Luego de cuatro años terminó la carrera.
Graciela   era una compañera mayor que ella, quizás con la única que había establecido algún tipo de relación durante el tiempo que transcurrieron sus estudios.
-        Esta noche vendrás, supongo, a la fiesta, eres tan rarita que seguro que faltarás a tu propia fiesta de egresados… y no me digas que no tienes nada que ponerte que con tus diseños  algún trapo tendrás guardado, si quieres yo te paso a buscar.
Pilar palideció sabía que tenía que vencer esta fobia.
-        Bueno Graciela por favor pásame a buscar pero no me voy a quedar mucho tiempo.
-        Por fin bonita, ya lo verás que vamos a pasarlo de puta madre.

Estaba radiante, un vestido en un verde muy oscuro con pequeños lunares blancos, un escote  dividido por una parte que iba desde la costura en la cintura hacia el hombro derecho y la otra que descubría el hombro izquierdo, por debajo de la axila uniéndose con el otro en un nudo de moño en la espalda. La tía le había obligado a ponerse este vestido.

-        Piensa que todas lucirán lo mejor que diseñaron, pero a pocas les quedará tan bien como a ti.
Una cartera Hermés, tesoro guardado de su tía  y unos zapatos aguja que le aumentaba su altura unos 12 centímetros acompañaban su vestimenta que suplía a los pantalones sin forma que habitualmente usaba. El pelo recogido hacia un costado, con los labios y las uñas pintados color nácar. Unas gotas de su perfume favorito Angel terminaban de componer ese cuadro

-        Dios mío niña, no lo puedo creer, donde estaba guardada esa preciosura de mujer.

Pilar se había vestido y maquillado frente a los espejos enormes del taller de su tía y estaba sorprendida de la imagen que le devolvía el espejo. Se sintió segura de si misma, por primera vez en su vida sabía que podría conseguir lo que le apeteciera. Una sensación absoluta y desconocida de seguridad se apoderó de ella. Subió al coche de Graciela totalmente cambiada.

El mundo se detuvo en torno a ella, al ingresar al restaurante los murmullos disminuyeron, todos los ojos estaban puestos en ella, estaba irreconocible.

En seguida se vio rodeada por hombres y mujeres sintiéndose, una vez en su vida, sin la presión de su timidez, manejándose con la gente como una experta en relaciones públicas.
-        Que vas a beber
-        Vamos a beber cava, respondió Graciela, tomándola del brazo y girando con las dos copas  hacia el fondo de la barra del bar.
-        No dejan de mirarte, estas realmente exultante.
Bebió muchas copas de cava, luego vino la cena, luego fueron todos a bailar. Estaba eufórica, desinhibida, Graciela estaba  un tanto taciturna, miraba de lejos el éxito de su amiga que bailaba rodeada por hombres y mujeres.
Pilar reparó en ella le tomó del brazo y le dijo: vamos al baño.
Pilar tenía los ojos con un brillo mágico, rubicunda, los labios sensuales.
-        ¿Que pasa Gra? ¿No estarás celosa?
-        No se lo que me pasa, pero estando contigo me siento muy bien y si te veo con otras gentes tengo como un nudo en el estómago. No estoy acostumbrada a esta imagen tuya.

Pilar le tomó de la barbilla y le depositó un beso largo, húmedo, de los que cuesta separarse, empujaron la puerta del servicio y comenzaron a morrearse.
Ambas buscaron con su mano los sexos de la otra y comenzaron a acariciarse mientras continuaban con las bocas juntas, devorándose las lenguas. Pilar sacó la mano con los dedos embebidos por los jugos de Graciela y le puso en los labios, lamiendo y chupando mientras sus dedos continuaban el camino ascendente de la vagina de Pilar que se encontraba apoyada en la pared, con las piernas entreabiertas jadeando y buscando nuevamente la boca de su amiga. Se corrieron casi al mismo tiempo, respirando una en la boca de la otra para impedirse gritar.
-        Ahora sí Graciela, vamos que la noche por delante es nuestra.



Gracias Súcubo

5 comentarios:

  1. Gracias Red la mejoraste y mucho!!!!!!!!

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  2. cuantas bisexuales que somos

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  3. O por lo menos están en nuestras fantasías

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  4. Dicen las estadísticas que el 95% de las mujeres alguna vez fantaseo con el sexo con otra mujer. Muy lindo tu cuento Súcubo.

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