lunes, 12 de diciembre de 2011

El ultimo juego

Teníamos trece años, nos veíamos en el verano en la Costa Brava, ya que nuestras familias coincidían cada año en el mismo lugar. Luego del almuerzo solíamos escaparnos yendo a la playa o en bicicleta a lugares mas alejados, huyendo del gentío.
Esa tarde su bicicleta tenia rota la cadena, así que se sentó adelante de costado e íba pedalendo hacia el Carrer de Guillola. En un momento se da vuelta y me dice: - me duelen mucho las piernas, dejame sentar en la punta del sillín. Cambiamos de posición y todo transcurría muy bien hasta que comencé a sentir el roce de su trasero en mi polla que, a pesar de mi vergüenza; se iba poniendo cada vez mas dura. Ella iba parloteando hasta que comenzó a sentir el roce y de pronto se detuvo. No me acuerdo el tiempo que transcurrimos en silencio, solo sintiendo ese roce que se tornaba cada vez mas placentero.De pronto ella pone los pies en los pedales y con la cara toda ruborizada dice: - Deja que pedaleo yo.
Bajé las piernas poseído de una excitación que me causaba dolor y pensando que ya pronto se aliviaría al evitar ella el roce, pero estaba equivocado, levantó su culo y lo acomodó para que ella pudiera sentir un frote mas dirigido. Nuestra marcha se había hecho zigzagueante, de pronto puso una mano por detrás y la introdujo por arriba del pantalón,sujetó mi polla y la dirigió hacia arriba. Entonces comenzó un pedaleo con el cuerpo inclinado hacia adelante subiendo y bajando las nalgas calzandose en mi polla. Siguió pedaleando hasta que en una curva siguió de largo hacia una arboleda y aterrizamos sobre una montaña de heno que amortiguó la caída.
Se arrastró hacia mi. Me cogió una mano y la deslizó dentro de sus braguitas por arriba de su coñito, marcandome el movimiento y el lugar del roce, con la otra mano soltó mi maltrecha polla y la comenzó a menear con una delicadeza y una experiencia que hizo que pronto eyaculara lanzando chorros de semen al aire y me retorciera de placer. En ese momento sentí como aumentaba el sonido y la profundidad de su respiracion, como su pecho y su cara se ponian de un color púrpura, y mi palma se mojaba de un jugo que manaba de su coño al tiempo que tomaba el comando de mi mano para dirigir la presión y la velocidad del frote.
Quedamos de espaldas sin pronunciar nada, solo sintiendo el latir de nuestros corazones desbocados por la experiencia. ¿Fue tu primera vez? - Si ¿y la tuya? No yo suelo menearsela a mis primos y ellos me frotan el coño, intentaron follarme pero no me gusta porque me duele. La próxima te comeré la polla. Cumplió su promesa y fue mi primera profesora de sexo: aprendí con ella a comerle el coñito y a frotar mi polla hasta correrme entre sus nalgas y aunque nunca follamos marcó el final de los juegos infantiles.

7 comentarios:

  1. me pasó algo parecido con un primo, con la diferencia que ambos debutamos luego de intentar unas cuantas veces sin éxito por nuestra inexperiencia. Algunas veces me pajeo con esas imágenes.

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  2. Los primos toda una leyenda en los inicios sexuales.

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  3. Me acuerdo de una prima mayor. Lastima que haya perdido la memoria

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  4. ¿Por que os enredáis tanto con imágenes pedofilicas?

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  5. El que no tenga un recuerdo similar al iniciar su pubertad creo que no puede tener un buen sexo mas adelante. Sin los prejuicios que adquirimos en el camino, solemos hacer lo que nos apetece, mucho mas si esta prohibido.
    Lástima, como dice Carles, que a veces la amnesia juegue malas pasadas.
    No se porque me tomo el trabajo de contestarte ya que no tienes la delicadeza de ponerte un nombre. La pedofilia o paidofilia es otra cosa mucho mas delictiva en que existe un sometimiento buscado por parte de un mayor, y que, la mayor parte de las veces, se trata de un abusado en la infancia.

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  6. Es cierto creo que todos tenemos un capítulo erótico en nuestra infancia, aunque solo sea para mostrarnos el coñito y la polla.

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  7. Yo era una niña, aún no me había desarrollado, y tenía una prima, tres años mayor que yo, era una tía que andaba cachonda todo el día, a la noche cuando compartíamos dormitorio me hablaba de lo que hacían las mujeres con los tíos y lo bien se que pasaba, y como una misma podía darse placer. Una tarde que nos bañamos juntas, me hizo sentar abrir las piernas y dirigió el chorro de agua de la ducha hacia mi clítoris y sentí por primera vez como era correrse. Nunca nos tocamos, pero esa experiencia fue imborrable.

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